En general los deportes suponen una impronta diferenciadora para las personas que se involucran en estas actividades. El tema de competir, superarse, fijarse metas y desarrollar una disciplina, sin duda que ayuda en todos los ámbitos de la vida.
Cada una de las disciplinas tienen sus particularidades, sin embargo se puede decir que todas comparten algo en común: promueven la sana competencia y favorece la salud física y mental de sus participantes. El beisbol es en especial favorable para aprender a lidiar con los fracasos y tener la capacidad de sobreponerse enseguida.
Además de los innegables beneficios físicos que cualquier actividad deportiva puede legarnos – siempre y cuando seamos consecuentes – hay una serie de enseñanzas subyacentes que pueden resultar aún más valiosas en el terreno de los valores y el siempre difícil campo de las relaciones humanas.
No cabe duda que la responsabilidad es un valor de gran relevancia en cualquier dinámica humana. Refiere a la capacidad y voluntad de responder a los roles que asumimos -- implícita o explícitamente -- cuando nos involucramos en cualquier actividad. El deporte y específicamente el beisbol, nos enseña la importancia de responder a lo que esta comunidad deportiva espera de nosotros.
Y no se trata de complacer a los demás sino de cumplir a cabalidad con nuestro aporte para procurar que se cumplan los objetivos que se propongan como grupo. La responsabilidad será clave en cualquier cosa que en la vida emprendamos de manera individual y definitivamente es crítico cuando hablamos de trabajo en grupo, si queremos tener algún nivel aceptable de éxito.
Responsabilidad implica tantos aspectos que exige de nosotros asumir toda una actitud, más que un simple práctica de la puntualidad. El beisbol es una verdadera oportunidad para ejercitar la responsabilidad. Desde velar por nuestra puntual asistencia, como darle la importancia que Merece cada juego, práctica o actividad, hasta apoyar a nuestros compañeros aunque se pase por momentos desalentadores. Todo esto exige de nosotros tener la consciencia necesaria que posee una persona responsable.
Es obvio lo que nos ofrece el beisbol como escenario por excelencia para aprender a profundidad todo lo que implica trabajar en equipo. El solo hecho de crear una divisa supone un trabajo que si es delegado a una sola persona se hará imposible o al menos muy cuesta arriba. Si hablamos de todo lo que hace falta coordinar para llevar a cabo un torneo necesitaríamos extendernos muchas líneas más de las que presentamos en este texto.
Es por ello que luego de involucrarnos con el beisbol empezamos a conocer mediante la experiencia, la tremenda importancia que tiene el trabajo en equipo y lo que eso implica para cada uno de los miembros de la divisa. La confianza que debe reinar en la organización es base para llegar a las metas. Todos deben confiar en que cada miembro está asumiendo sus responsabilidades y está dispuesto a cumplir su papel sin falta.
El trabajo en equipo si bien requiere de confianza, también exige comprensión y apoyo irrestricto para todos los integrantes. Cuando un compañero comete un error – los errores son parte del juego – no hay quien se sienta peor por lo que no pudo concretar que quien falla. Es allí cuando los demás deben apoyarle para sacarlo lo más pronto posible de cualquier pensamiento negativo que lo esté invadiendo. Todo esto por el bien del equipo ya que será la única forma de procurar que esté listo para la próxima oportunidad en la que tenga que actuar.
El beisbol nos da una cátedra cuando se trata de aprender que todo en la vida requiere una preparación. Todo en la vida es un proceso. Poquísimas cosas en la vida se nos dará en las primeras de cambio. La gran mayoría de los logros exigen disciplina, constancia y algo de esfuerzo.
Para llegar a jugar a cierto nivel debemos prepararnos física y mentalmente. La competencia nos lleva a mejorar nuestras destrezas y mantener una mentalidad positiva que es clave tanto en el deporte como en la vida. No podemos desdeñar de ninguna manera el tiempo y la energía que dediquemos a prepararnos para una competencia, como tampoco podemos hacerlo para lo que sea necesario para prepararnos para la vida.
Para jugar pelota corremos, lanzamos, bateamos y en general practicamos con la esperanza de mejorar nuestras actuaciones en el campo. Así mismo en la vida les va mejor a los que se preocupan por prepararse de la mejor manera posible. En un equipo todos debemos esforzarnos para ayudar a la divisa y en toda sociedad sus ciudadanos deberían hacer lo mismo con su vida para procurar el bienestar general.
Para destacar en cualquier actividad y mucho más en los escenarios deportivos, hace falta cultivar la seguridad en uno mismo. Actuar con determinación es ejecutar con aplomo y sin temor a equivocarse. Esto no quiere decir que no se cometan errores. Lo que implica es dejar de un lado el temor y la duda.
Por supuesto que la seguridad se conquista en base a preparación y constancia, así como también alimentando nuestra mente de mensajes que refuercen lo adquirido en las sesiones de prácticas. Saber qué debe hacerse en cada situación de juego es imprescindible para evitar titubeos en jugadas donde cada segundo es crítico.
La determinación crece con la experiencia y la fortaleza mental con la que enfrentemos cada reto. Simultáneamente a la necesidad natural de adquirir las destrezas y habilidades para desempeñarnos en el campo de juego, debemos prepararnos mentalmente para la competencia. Muchas veces es tan simple como recordar que los rivales son de carne y hueso como nosotros para entonces empoderarnos mentalmente en el juego.
Todo esto con mucho respeto a los técnicos, compañeros y rivales. Recordemos que sin ellos la actividad que tanto nos gusta resultaría imposible de llevar a cabo.
En resumen, jugar al beisbol no es simplemente lanzar o golpear una pelota, es también llegar a comprender la faceta positiva que puede mostrarnos el fracaso, asimilar la importancia del trabajo en equipo y asumir la responsabilidad de ser apenas un engranaje que debe estar siempre engrasado y dispuesto a lograr la meta que nos tracemos.